Solo en 2021 los hogares españoles tiraron a la basura 1.245 millones de kilos de comida, según un estudio del Ministerio de Agricultura. Si se incluye a todo el sector, el desperdicio alimentario asciende a 7,7 millones de toneladas de alimentos.
Las cifras ponen de manifiesto el enorme impacto del desperdicio alimentario y las múltiples ineficiencias a lo largo de toda la cadena de suministro alimentaria.
Las consecuencias van más allá del impacto económico inmediato, es decir, de las pérdidas contables. Con cada alimento que acaba en el vertedero se pierden muchas horas de trabajo de pescadores, agricultores y ganaderos.
También se despilfarran los recursos naturales para producirlos, como el agua, y energía (electricidad, combustibles…). La FAO recuerda que para producir un kilo de carne de vacuno hacen falta 15.000 litros de agua. Esto da idea del enorme impacto ambiental del desperdicio alimentario.
Esta situación se produce en un contexto en el que 6 millones de ciudadanos en nuestro país sufren inseguridad alimentaria. Es decir, no pueden acceder a una dieta que garantice sus necesidades nutricionales de forma regular.
Introducción: qué es la ley de desperdicio alimentario y por qué es importante
La futura Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario es una normativa que busca reducir el desperdicio de alimentos a través de medidas como la donación de alimentos no comercializables, la mejora de la eficiencia en la cadena de suministro alimentaria y la educación sobre el tema.
Su aprobación está prevista para el primer semestre de 2023.
La ley de desperdicio alimentario incluye medidas como la obligación de donar alimentos no comercializables a organizaciones sin ánimo de lucro, la mejora de la eficiencia en la cadena de suministro alimentaria, la creación de programas para el reciclaje de alimentos no comercializables y el impulso de la conciencia ciudadana sobre un uso más racional de la comida.
Medidas de la ley para reducir el desperdicio alimentario
La futura norma plantea diversas medidas contra el desperdicio alimentario para impulsar la bioeconomía circular. Para ello trabaja en varios planos: prevención, acción y sanción.
Plan de Prevención del desperdicio alimentario
Se exigirá a todas las empresas de la cadena alimentaria el desarrollo de un Plan de Prevención. El objetivo es minimizar las pérdidas de alimentos y optimizar el reaprovechamiento de aquellos que ya no son aptos para el consumo humano.
A partir de un autodiagnóstico para detectar los puntos donde se producen pérdidas, se establecerán medidas para evitarlas. Implementar cambios en la cadena de suministro para subsanar estos fallos tendrá una repercusión enorme en la reducción de mermas.
Jerarquía de prioridades uso
Ese mismo Plan debe contar con una jerarquía de uso, con alternativas para el upcycling y la reintroducción de subproductos en la cadena alimentaria.
Esa jerarquía determina que la prioridad será siempre el consumo humano, mediante la donación de alimentos (bancos de alimentos, ONGs…).
Las empresas receptoras deben articular mecanismos que garanticen la trazabilidad y transparencia. No podrán revender o comercializar con esos alimentos.
En el segundo nivel se podrán transformar aquellos alimentos no vendidos, pero aptos para el consumo, en zumos, salsas, mermeladas, purés…
En un nivel inferior, se establecen pautas para la recuperación de los alimentos no comercializables para el consumo humano hacia alimentación animal y la fabricación de piensos.
Si no fuera posible, se contemplará su valorización como compost o biocombustibles.
Replanteamiento de la restauración: llevarse las sobras, pagar por el envase de plástico
Los restaurantes tendrán la obligación de informar de forma clara y facilitar al consumidor que puede llevarse, sin coste adicional, los alimentos no consumidos. Quedan fuera de la norma los establecimientos tipo bufé libre o similares.
Para cumplir con la norma estos establecimientos deben contar con envases aptos para el uso alimentario, reutilizables, o fácilmente reciclables.
En el caso de los envases de plástico de un solo uso hay que observar las disposiciones previstas en el título V de la Ley 7/2022. En especial, las relativas a la necesidad de reducir su consumo para cumplir los objetivos del artículo 55.1 de dicha ley.
También se especifica la obligación de cobrar por ese envase, diferenciándolo en el ticket de venta.
Buenas prácticas para evitar el desperdicio
Las estadísticas sobre el desperdicio alimentario revelan una cruda realidad: los supermercados descartan entre el 25 y el 40% de las frutas y verduras por no cumplir con las especificaciones de calibre. Incluso, por no ser bonitos.
Así lo denuncia Manuel Bruscas Bellido en sulibro Los tomates de verdad son feos.
La nueva norma apunta a incluir lineales con productos ‘antiestéticos, imperfectos o feos’.
También aboga por un replanteamiento racional de las fechas de consumo preferente. Se pretende equiparar la vida comercial del producto en el punto de venta, generalmente más corta, con la vida útil real del alimento para no descartar productos que aún son seguros.
En el caso de los restaurantes, se deberán flexibilizar los menús, para que el consumidor pueda elegir la guarnición o raciones de distinto tamaño.
Régimen sancionador
Se prevén sanciones entre 2.001 y 60.000 euros, en el caso de no aplicar las medidas anteriores. En el caso de las donaciones se contempla también como punible la aplicación de criterios excluyentes o discriminatorios entre los posibles receptores.
¿Cuál se espera que sea el impacto de la ley?
El objetivo para 2030 no puede ser más ambicioso: reducir un 50% los residuos alimentarios per cápita en el sector minorista, restaurantes y en los hogares. En las cadenas de producción y suministro se espera recortar en un 20% las pérdidas de alimentos.
En las cadenas de producción y suministro se espera recortar en un 20% las pérdidas de alimentos.
Todas estas cifras son con respecto a 2020.
Compromiso empresarial en la reducción del desperdicio alimentario
Muchos actores de la distribución llevan años aplicando las medidas anteriores. Es habitual encontrar en los supermercados productos con fecha de consumo próximo con amplios descuentos.
Pero también se han mejorado los sistemas de conservación de productos frescos refrigerados, como las altas presiones.
En la transición hacia una economía circular y un sector alimentario más sostenible el plástico tendrá un papel determinante. Los envases de plástico de uso alimentario muestran resultados sobresalientes para conservar los alimentos durante más tiempo.
Así lo recalcan Beatriz Meunier e Irene Mora, de Plastics Europe. Inciden en que la versatilidad de este material y su ligereza permite crear una amplia gama de soluciones con una menor huella de carbono, resistentes y reciclables.
Con un plus: el plástico es el material que mejor garantiza la seguridad alimentaria y la durabilidad de los alimentos. Dos factores imprescindibles en la lucha contra el desperdicio alimentario, previniendo el daño y las mermas en productos envasados.
En los últimos años la industria del plástico lleva inmersa en un proceso de I+D imparable. Entre sus objetivos está mejorar las técnicas de reciclaje (por ejemplo, con el reciclaje químico) y desarrollar bioplásticos y materiales plásticos reciclados.
Entre los primeros se encuentra NEOPS®, un polímero fabricado a partir de biomasa vegetal no agrícola con las mismas propiedades que el poliestireno expandido (EPS).
CELOOPS® y R’KAP®, ambos fabricados a partir de plástico reciclado post consumo y aptos para el consumo alimentario, llevan la circularidad a los envases para post cosecha y los termoformados, respectivamente.
Precisamente el sector post cosecha es uno de los que más se beneficia de materiales como el poliestireno expandido (EPS). Este material es 100% reciclable, ligero, con alta capacidad para amortiguar impactos y transpirable.
Esto lo convierte en un material con excelentes prestaciones para cargar fruta fresca y evitar pudriciones prematuras.
El EPS protege, pero permite una correcta ventilación y transpiración del producto hortofrutícola. Así no se condensa humedad, que, junto a los golpes y una manipulación indebida a lo largo de la cadena logística, son las principales causas de mermas.
Los cambios en la cadena de suministro apelan también a mejorar el transporte de última milla, cada vez con una mayor presencia en nuestras ciudades.
Los envases isotérmicos de polipropileno expandido, como Komebac Cool®, aseguran la cadena de frío. De esta forma evitan que se echen a perder muchos productos durante el reparto, en especial, en los calurosos días de verano.
Incorporar envases y embalajes más eficientes aporta cambios en la cadena de suministro alimentaria que inciden de forma determinante en una reducción de pérdidas.
Estrategias y consejos para prevenir y reducir el desperdicio alimentario en el hogar y en la industria
En la Unión Europea un 40% del desperdicio se concentra en el consumidor, otro 40% en la transformación y fabricación, un 15% en la restauración y otro 5% en la distribución.
El Plan de Acción de Economía Circular plantea reducir este despilfarro en un 30 % para 2025 para llegar al 50 % en 2030.
Entre otras medidas cercanas a la ciudadanía se insta a los hogares a establecer un día semanal para aprovechar las sobras. También se promueve la creación de mercados para dar salida a los productos que normalmente quedan excluidos bajo la política del
Every Crumb Counts (‘cada migaja cuenta’).
Junto a políticas públicas de concienciación ciudadana explicando la diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente, ya es habitual que los minoristas pongan descuentos en los productos de consumo próximo.
Más recientemente han surgido start ups muy prometedoras con proyectos de fabricación de alimentos proteicos a base de fermentación de desechos glucosados de la industria. Entre ellos, restos de fruta procedentes de zumos u desechos de plantas cerveceras.
Conclusiones: más allá de la ley, reducir el desperdicio alimentario es tarea de toda la sociedad
Con esta ley, pionera en Europa, nuestro país avanza en su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) incluidos en la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En concreto, el ODS 12.3: reducir a la mitad los alimentos que se pierden. Este objetivo implica un consumo responsable de alimentos en los hogares, como en toda la cadena de producción y suministro, ‘incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha’.
Estos cambios en la legislación sentarán las bases normativas. Pero para que funcione es imprescindible establecer políticas públicas para reducir el desperdicio alimentario. También incidir en la educación colectiva sobre el desperdicio alimentario e implicar a toda la sociedad en un uso más sostenible de la comida.
¿Qué es la ley de desperdicio alimentario?
La ley de desperdicio alimentario es una normativa que busca reducir el desperdicio de alimentos a través de medidas como la donación de alimentos no comercializables, la mejora de la eficiencia en la cadena de suministro alimentaria y la educación sobre el tema.
¿Qué medidas incluye la ley de desperdicio alimentario?
La ley de desperdicio alimentario puede incluir medidas como la obligación de donar alimentos no comercializables a organizaciones benéficas, la mejora de la eficiencia en la cadena de suministro alimentaria, la educación sobre el tema y la creación de programas para el reciclaje de alimentos no comercializables